La empresa financiera Mirova desarrolla estrategias de financiamiento a través de instrumentos de renta variable, para minimizar las emisiones de CO2.
Los inversionistas, los banqueros y los aseguradores están viendo una oportunidad de negocio en la creación de instrumentos que faciliten el camino hacia una economía global y sostenible. Durante la 21 Conferencia
de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21) realizada en París, Francia, expusieron iniciativas innovadoras para acelerar y aumentar los recursos públicos y privados para capitalizar la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
El Acuerdo de París consta de 48 páginas y 26 artículos que contienen propuestas sobre disminución de emisiones globales de CO2, a fin de evitar que la temperatura aumente más de 2°C en las próximas décadas.
Las clases de activos invertidos son: bonos corporativos y gubernamentales (incluyendo bonos verdes, bonos de infraestructuras y bonos de resiliencia), acciones (públicas y privadas), propiedades, hipotecas y préstamos
(para la adecuación y construcción de infraestructuras específicas), e instrumentos que fomenten la transferencia tecnológica para lograr dicho objetivo.
Inversiones dirigidas
Janos Pasztor, subsecretario general para el Cambio Climático de la ONU, dijo que 1,000 inversionistas más se han comprometido a la acción climática que cubre 30,000 millones de euros de los activos (alrededor de 32,700 millones de dólares).
En el 2014, las fuentes de financiamiento público y privado que los países desarrollados movilizaron para combatir el cambio climático en los países en desarrollo fue de 62,000 millones de dólares, frente a los 52,000 millones del 2013, de acuerdo con un estudio de la OCDE y la Iniciativa de Política Climática (CPI). La tendencia indica que se puede cumplir el objetivo planteado en Cancún (2010), de alcanzar 100,000 millones de dólares para combatir el Cambio Climático en el año 2020.
“Estamos aproximadamente a mitad de camino en el tiempo que nos hemos marcado; no obstante, está claro que aún queda bastante por hacer”, dijo Angel Gurría, el secretario general de la OCDE.
Opciones de inversión
En entrevista con Léa Dunand-Chatellet, jefe de Renta Variable de Mirova, indicó que actualmente las categorías generales demuestran lo poco adecuadas que son las clasificaciones existentes para abordar el tema de inversiones sustentables. Dijo que sí es posible financiar proyectos de energías limpias con las opciones de renta variable actual, pero aún faltan estrategias por desarrollar.
Señaló que en este momento dependemos del índice MSCI World, y por ello, sólo tenemos cinco categorías:
1.- Energía: Consiste en empresas dedicadas a la cadena de valor en la producción de energías no renovables.
2.- GHG de Alto Impacto: Aquellos sectores cuyas actividades y procesos de producción son altamente intensivos en el uso de energía, e implican una emisión significativa de gases de efecto invernadero (GHG).
3.- Energías renovables: Generadoras de energía originada en fuentes renovables.
4.- Eficiencia energética: Un amplio espectro de sectores, actividades o productos relacionados con la optimización del consumo de energía de quienes dependen de ellas.
5.- Otros: Todos los giros empresariales que no cubren las categorías anteriores.
“Más de 80% del potencial de reducción de CO2 reside en las categorías de Energías Renovables y Eficiencia energética, que juntas representan tan sólo 16% del índice MSCI. Entretanto, cerca de 60% de las emisiones actuales de CO2 provienen de las categorías de Energía y GHG de Alto Impacto, aunque ambas en conjunto representan menos de una cuarta parte del índice… Como inversionistas comprometidos, concentraremos nuestros esfuerzos de investigación y gestión en los sectores que tienen un impacto significativo en emisiones de carbono. El verdadero desafío es determinar las implicaciones de esto en términos de gestión de activos”.
Dunand-Chatellet mencionó también que una estrategia sería invertir sólo en energías renovables que ofrecen la ventaja de asegurar un impacto positivo por carbono, ya que los activos del portafolio emiten poco en términos de GEI hoy día, y ofrecen las soluciones más eficaces disponibles en el horizonte de mercado al 2050 para reducir emisiones. “Esta estrategia, sin embargo, sufre de limitadas posibilidades de diversificación mencionadas anteriormente, que conducen a un enfoque de gestión que no tiene ningún índice de referencia ni un portafolio concentrado. El universo de inversión de 150 acciones en gran medida queda fuera del índice MSCI World, que tiene una exposición directa de menos de 1% a energías renovables en ponderación, que consta de 16 empresas”.
Consideró que otra opción son los bonos verdes, una estrategia adecuada para inversionistas que buscan destinar su capital en formas que reflejen los asuntos climáticos que es medido a través del índice general iBoxx.
“Ahora es urgente que cambiemos una parte de las inversiones en soluciones para el ahorro de energía y el desarrollo de energías de carácter renovables. En un índice como el IBoxx —empresas no financieras- la energía representa poco menos del 34% de las inversiones totales en términos de ponderación. Volver a este componente del índice compatible con un escenario 2°C, implicaría asignar alrededor de un 16% del capital a bonos verdes que financian las inversiones dedicadas a la eficiencia energética o a energías que son renovables”, concluyó la jefe de Renta Variable de Mirova, Léa Dunand-Chatellet.